miércoles, 18 de abril de 2018

Soñadora

Era aún temprano o al menos así le parecía, miró el reloj para confirmarlo, suspiró y tomó asiento.  Pensó en ordenar algo pues la sensación de vacío en el estómago le recordó que no había comido nada, sin embargo otro vacío en la bolsa re recordó por qué  no había comido.

-Un vaso de agua con hielos, por favor - dijo en voz baja y mientras esperaba, pensó en lo distinta que había sido su vida en otro tiempo.  "Extraño la comida de mi mamá... no había cosa que no le quedara riquísima".
Sintió de nuevo el hambre, y aún a pesar de eso, si alguien se lo preguntara, si el tiempo volviera y pudiera decidir de nuevo, estaba casi segura de que hubiera hecho lo mismo.

Le había gustado tanto desde la primera vez que le vió. Y quizás no todos podrían decir que era un gran galán, sin embargo, algo tenían esos ojos negros que la encantaron desde el primer día que la miraron.
Si, también recordaba sus besos.  Ésos que le robaban el aliento, que provocaban que el tiempo se detuviera y el resto del mundo desapareciera.   Lo que daría por tan solo uno más.

El mundo parecía tan pequeño a su lado.   En ese entonces, aún creía en los para siempre, en las promesas, y si, en el amor, también en el amor.
Y tan ciega su fe, que no dudó ni un instante dejarlo todo por él.  Recordaba a su madre llorar, y a su padre intentando no hacerlo.
-Si te vas, es para no volver- le dijeron.
"¿Volver? ¿Para qué querría ella volver?" pensó ese día.  "Voy a iniciar MI vida con él. para qué habría de volver"
Meneó la cabeza.  ¿Cómo pudo haber sido tan necia? ¡Qué caro había pagado esa decision!  Hay historias que son tristes y otras, que ni siquiera comienzan ni llegan a ser.  La suya era de las segundas.

Tan pronto acabó el entusiasmo, las cosas cambiaron, se vio inmersa en una pelea continua que ni había iniciado, ni sabía como concluir.  Hasta el día que  llegó exhausta después de un turno doble y se encontró sola, sin ni siquiera una carta, una nota, nada.  Solo ausencia.  Ausencia, soledad y muchas deudas.
Quiso llorar un poco ante tanto vacío, pero no se atrevió por no saber si podría detenerse.

Miró el reloj de nuevo.  -"Toma hija.  Es tu regalo de cumpleaños, cuídalo mucho, era de tu abuela"- Su padre, profundamente emocionado, le ponía en la muñeca el amado reloj de su madre.  Era todo lo que quedaba de su otra vida.
Sus uñas rojas tamborileaban en el vaso vacío, mientras se preguntaba si en verdad había valido la pena.

-¡Hey tú, soñadora! ¡Despierta, que las botellas no se venden solas!-  Volvió de golpe a la realidad, trato de esbozar una sonrisa a tono.  La tenía muy practicada ya. 
Se ajustó la falda y se acomodó el cabello mientras caminaba hacia él.
-Hola guapo, ¿Me invitas una copa?-  Le dijo al ebrio en turno, acariciándole el dorso de la mano, mientras en su mente imaginaba el último beso y esa despedida que siempre creyó merecer.

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