martes, 9 de julio de 2019

Lo que la fotografía comunica.

Guatemala, 1982, Pedro Valtierra, AFPV
Siempre me ha gustado la fotografía. Irónicamente, mi conocimiento sobre ese tópico es casi nulo, inversamente proporcional a mi deseo de aprender. Curiosamente, en este tiempo, el avance tecnológico nos ha proporcionado una cámara de relativa calidad en nuestro teléfono y así vamos fotografiando todo y nada cada día. Y es quizás ese acceso, lo que no siempre nos permite apreciar el arte fotográfico profesional.

Alguna vez me dijeron, que el asunto de la fotografía es lo que comunica. Que una foto debe comunicar en sí misma, sin requerir de mayor explicación. Y en un principio, no lo comprendí por completo. Siempre me he expresado con palabras, soy una persona de palabras y no podía entender a plenitud como podrían ser innecesarias en un caso específico.

Sin embargo, hace unos días tuve la fortuna de contemplar la exposición de Pedro Valtierra en un museo de Tijuana.  Sus fotografías no eran otra cosa que la cotidianidad y la crudeza convertida en arte.  Y entonces entendí lo que mi amiga fotógrafa me dijera en esa ocasión.  La fotografía, la buena fotografía, comunica por sí sola. Y vaya que hablaba.

Caminé lentamente, deteniéndome  frente a cada una de ellas.  Muchas, una gran mayoría, eran crónicas de guerrillas centroamericanas y pude ver a jóvenes hermosas vestidas con un remedo de uniforme, armadas con ametralladoras, chiquillos presumiendo sus armas, orgullosos. Niños jugando a la guerra.  Me estremecí. Las historias de mi padre salvadoreño me dolieron aún más.

Ví gente caminando junto a tanques de guerra, vi la pobreza retratada, la desolación, la fe ciega, la ira, la desesperación, rostros mudos gritando la injusticia vivida. Y hubo dos que me hicieron quedarme un largo rato mirándolas.  
En ambas aparecían niños.  En la primera, un grupo de niños en un campo de refugiados de Guatemala, jugaban, hacían acrobacias y reían.  En la otra, se veía a una pequeña niña de pie mientras el brazo de una mujer la rodeaba sobre el hombro protegiéndola.  Aún en medio del caos y la desolación, esa niña se sentía segura en los brazos de ella, quizás su madre, quizás su abuela.
Y esto me hizo pensar en lo que es ser niño.  La infancia, junto con su inocencia, es una de las pocas cosas que sobreviven más tiempo a la adversidad.  Y Pedro Valtierra pudo capturarlo en ese instante llamado foto.

Ahora tengo un plan en puerta.  En cuestión de un mes comenzaré a estudiar fotografía.  Es algo que siempre he querido hacer y que me une a mi padre a la distancia.  Y sí, sueño con poder aprender a atrapar instantes, a comunicar la belleza de lo cotidiano y compartir el mundo que veo con los demás, mientras se detienen un momento a contemplar eso que la cámara roba y congela en un cuadro.