Abro mis ojos, que lentamente se acostumbran a la oscuridad. Aún no amanece, no es tiempo todavía.
Los sonidos monótonos de una habitación en horas del sueño me acompañan y entre todos, me cautiva tu respiración. Esa evidencia de que estás a mi lado.
Te miro. Cada uno de tus rasgos. Tus ojos cerrados, tu pecho que asciende y desciende con ritmo. Tus labios entreabiertos guardando un beso pendiente. Quiero tomarlo pero temo despertarte.
Veo tus brazos y pienso en cobijarme en ellos, pero descansas tan tranquilo que no me atrevo a tocarte. Al menos no con las manos, aunque mis ojos y mi alma te recorren incesantemente.
Intento dormir. El día aún tarda en llegar. Hay tantos planes para esa mañana que no termina de llegar.
Cierro los ojos y comienzo a sentir como va cayendo el sueño y de pronto, dormida me acerco a ti.
Me sientes y despiertas. Me rodeas con tus brazos y me acercas más a ti y me vuelves a amar. El día nos alcanza, el sol travieso se cuela por las cortinas y nos saluda.
Hoy es un nuevo día. Tomo ese beso pendiente y por mientras te dejo un "buenos días" en su lugar.
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