lunes, 17 de julio de 2017

Domingo

Domingo por la mañana.   El sol apenas sale y oigo tus pequeños pies correr traviesamente antes de que caigas sorpresivamente en nuestra cama.  Tu risa ilumina el nuevo día y hace que abramos los ojos definitivamente.

Tu pijama de flores, tus piesitos descalzos y tu cabello largo en libertad.  Los domingos por la mañana eres toda felicidad, toda juegos, toda risas, toda tú.
Juntos en la cama, gozamos ser familia.  Brincas sin piedad entre y sobre nosotros y en momentos te recuestas y platicas.   Tu voz cantarina armoniza la mañana, inventa cuentos, platica historias, pregunta cosas y nos hace felices.

Preguntas a dónde iremos mientras invades la sala de juguetes.  Tomas tu espada y tu caballo y decides que aún queda tiempo de cazar uno o dos dragones antes del vestido y los moños.

Parte de mi quisiera que no crecieras. Que diario fueras guerrera, cocinera, mecánica o constructora.  Que cayeras de golpe sobre mi cama a jugar a las cosquillas, que pudiéramos reír y leer cuentos cada noche.  Que siempre cupieras en mi regazo.

Pero sé que el tiempo no se detiene, que seguirás creciendo sin remedio, así que me quedo con cada domingo por la mañana, me guardo por siempre tus risas cotidianas.

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