domingo, 3 de abril de 2022

Claros de luna.


Otra noche que me preparo para dormir.  Quiero escaparme a los sueños pero aún no estoy segura de lo que quiero encontrar.  Hace tiempo que no paseo por los bosques de mi psique y dejé olvidada en alguna noche de luna llena mi linterna.  Creí que no la necesitaría de nuevo, pero heme aquí caminando a tientas buscando claros en medio de la noche inmensa.

Siento como el cansancio me lleva a ese lugar entre la consciencia y el sueño hasta que, de pronto, escucho pisadas detrás de mí.   No tengo miedo, sé de quién son.  Reconozco el ritmo, el paso, la respiración y sobre todo, el aroma...  Ahora solo espero la voz.

Sigo avanzando, deseando volver mi rostro, pero temo convertirme o que te conviertas en una estatua de sal, así que hablo.  Hablo mucho, pero eso ya lo sabes.  Tú tenías tu método para callarme. 

Te acercas a mí y siento tu pelaje en mis corvas.   Bajo mi mano y acaricio tu lomo.  Me guías al claro, al mismo claro de siempre.   Sentada en el árbol muerto de los sueños que quedaron pendientes, me atrevo a mirarte.

Ya no hablamos, solo miro tus ojos de lobo y tú... tú te sumerges en mis negros ojos.  Nadas en ellos mientras yo me robo la luz de la luna y una que otra estrella pequeña para sobrevivir mañana.  Me quedo dormida mientras te acurrucas como un ovillo en mi corazón.

¿Qué será de todas esas lunas? Las que nos robamos y las que nos quedaron pendientes... ¿Qué se hace con todo esto que llevo dentro?  ¿Se pueden borrar las huellas del lobo? ¿Acaso quiero hacerlo?

Me abrazas en sueños, donde las cosas pueden existir sin hacer daño.  Donde sigue habiendo lunas.  Donde los lobos cuidan a pequeñas hadas perdidas y donde pueden hacerse el amor toda la noche y despedirse al alba.

Buenas noches, Lobo.

Buenas noches, Hada...

No hay comentarios: