martes, 21 de junio de 2016

Historias

Hay historias y hay histerias.   Hay historias también que comienzan aquí y terminan allá.

Historias que nacen con vigor, emoción y cubiertas de dicha, que crecen, que maduran.  Donde la dicha muta y se convierte en inmensa felicidad.  Que se construyen,  que se deconstruyen, se crean y se recrean.  Historias en fin, tan mágicas, que no les alcanza la vida para acabar de contarse.

Hay historias, en cambio, que nacen de la melancolía, del dolor, de la revancha.  Y solas, se encaminan hacia el fin anunciado en cada uno de sus acontecimientos.

Existen otras historias, de triste realidad.  Historias que emergen felices, iluminadas.  Y en algún momento su trama se pierde, se rompe, se vicia.  Y muchas veces continúan envueltas en grisácea monotonía.  Arrastrando sus letras, llenando un capítulo y otro sin saber cómo.

Curiosamente cada historia avanza en su línea de tiempo, mientras sus protagonistas van eligiendo la siguiente escena apenas sin darse cuenta.
Y en ocasiones fortuitas, un protagonista se escapa de su línea y cambia de historia.  Salta a una más soleada.  Disfruta de la brisa y la lluvia nueva, de una mirada, de un nuevo beso.  Y es entonces cuando decide ser feliz y aprovechar la oportunidad de escribir su historia de nuevo.

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