No era lo que quería decir... Nunca quise herirte, pero si lanzar dardos a la carne viva ayuda a aliviar el daño que he hecho, adelante, aquí estoy.
Sentada en medio de la nada, con las lágrimas aprisionadas en la garganta, a ojos cerrados, esperando. Aquí estoy.
Recuerdo el calor de tu abrazo, la luz de tu mirada, la melodía de tu voz. Hoy no están. No están porque las he matado con mis propias manos. Como el niño que agita la bolsa del pez hasta acercarle a su sueño eterno.
Quisiera pedir que volvieran, que me vieras igual que antes, pero sé bien que no sucederá, ya no me miras así desde hace tiempo. Solo me queda vagar como muchos. Como todos aquellos que portan la faz de la sonrisa, vacíos por dentro, como aquellos que están solos ahogándose en un mar de gente.
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