Nostálgica dama gris que oyes las súplicas de los enamorados y que juegas con los niños pequeños a sorprenderles saliendo detrás de una nube mostrándoles un conejo.
Tus rayos iluminan a los poetas ebrios de amor, ebrios de ti. Haces que corran tras visiones, cuál astro que ciega pero no guía.
Contemplas la dicha y la miseria, el amor inmenso y la soledad eterna
Espejo de plata reluciente tantas veces, sonrisa brillante otras cuantas. Escurridiza y juguetona, taciturna y melancólica.
Alimento del amor e inspiración de los amantes, mensajera de pensamientos y de besos.
Luna que escuchas y miras, luna que juegas y tímidamente sonríes, compadécete de mi alma, guíala para encontrarse con la suya
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