El tamborileaba los dedos moviendo inquietamente una pierna. Ella miraba la ventanilla deseando que la distancia se acortase más rápido.
Desesperado, se levantó a caminar un poco para dejar descansar a su mente de los pensamientos caóticos que le pasaban por ahí. Ella esperaba inquieta su equipaje, golpeando el suelo con la punta de su pie.
Finalmente se apresuró a su encuentro. Con el corazón en la garganta se alisó el vestido y se acomodó el cabello y entre nervios y emoción dirigió sus pasos hacia el lugar acordado.
Cuando al fin le vio, solo pudo correr a su encuentro y colgándose de su cuello le besó.
Ella le dijo: "Disculpa la demora".
El la miró y le respondió: "Discúlpame a mi, por llegar tarde a tu vida..."
Ella, con los ojos derramando amor le respondió: No, cielo. Llegaste a tiempo, justo a tiempo.
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