Queda solo el patio de juegos, ese espacio maravilloso que se llena de risas, de rondas y juegos. Que contempla a gigantes, dragones y lobos que persiguen.
Que observa como los juegos se convierten en castillos y niñas de uniforme en princesas de largos vestidos y tiaras.
Siente las ágiles pisadas de aquellos que juegan a alcanzarse, los saltos de las niñas jugando a la cuerda. Se ríe de las cosquillas de las pelotas que lo recorren. Los contempla.
Ha visto pasar a tantos y tantos jugando. Los ha visto crecer, los ha visto reír, los ha visto llorar. Los ha visto ser niños.
Se acaba el bullicio y el patio ya solo, recibe a los pajarillos que buscan migajas olvidadas. Siempre hay algo. Galletas y pan, dulces y golosinas. Es un festin para las aves que lo recorren a saltitos, para las hormigas que hacen despensa.
Ya solo y en silencio, el patio de juegos descansa. Mañana será otro día, mañana serán otros juegos. Y así en silencio espera las risas que la campana le traerá mañana.
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