martes, 15 de marzo de 2016

Tiempo

El tiempo, siempre tan relativo, siempre tan caprichoso.  Padre Tiempo, le llaman. Ya no recuerda los días de su juventud.  Tanto ha andado, tanto ha visto, tanto que ha escuchado.

En su andar ha visto nacer, crecer y morir a la humanidad misma.   Ha visto reinos surgir y caer en un círculo sin fin donde solo cambian los rostros y los colores.   De pronto se siente ya fatigado.
Odia lo repetitiva que puede ser la vida.  Reinos, caudilllos, traiciones.  Lo ha visto todo.

Lo que más detesta Padre Tiempo, es toparse con los locos enamorados.
Egoístas como niños pequeños, le reclaman cada instante, cada segundo que anda su pie.  Le culpan de ir muy rápido si están juntos y a la vez de ir muy lento si están separados.
Si supieran que va arrastrando sus pisadas, que ve todo tan lento, que apenas se mueve.

Sus infinitas  despedidas, como los terribles cinco minutos más del que abraza su almohada, como el otro ratito más de los niños que juegan.
"¿Qué culpa tengo yo?" piensa hastiado.  "Yo solo camino, mi andar es mi trabajo.  Debo ir por este círculo sin fin mientras veo como cambian los paisajes y los rostros.

"Ojalá entendieran que tan solo camino por unos instantes a su lado, que sus vidas son tan efímeras. Que lo que quieran hacer mientras ando a su lado, es su propia decisión"
Padre tiempo sonríe melancólico mientras ve otros dos locos enamorados, incapaces de soltarse de un abrazo infinito.  "Está bien pequeños, pararé unos instantes a descansar... por el momento, sean tan felices como puedan serlo"

No hay comentarios: