jueves, 4 de febrero de 2016

Libertad



Todos amaban el canto de esa ave.   De bella apariencia y sonora voz, el pajarillo saltaba de un lado a otro en su hermosa y suntuosa jaula.   Siempre le había parecido espaciosa, pero sobre todo, siempre le había resultado segura.

Todos se reunían a contemplar en ocasiones al ave, llenándole de elogios.  "¡Qué linda es!" Decían unos, "¡Qué hermosa melodía entona!" Decían otros.  ¡Miren con qué gracia revolotea en su jaula!" Decían aquellos.  Y el ave se sentía feliz de ser aquello que los demás disfrutaban.

Sin embargo había un canto escondido en el fondo de su alma.  Un canto distinto al de otras aves, uno diferente de aquel que todos le alababan.   A veces, en su soledad, tomaba valor para entonar las primeras notas de su canto escondido, temeroso de que alguien le escuchara y era ese miedo el que justamente le hacía callar.  Les oía de lejos y volvía al canto regular, al que tanto les gustaba y que cada vez le resultaba más vacío.

Una mañana de otoño, escuchó a lo lejos un canto jubiloso y lo reconoció.  Era su canto escondido, el que tenía enterrado en las profundidades de su ser.

Miró por primera vez con detenimiento su jaula.  Si, era bonita.  También espaciosa y si duda, segura también.   Dando saltos llegó a la portezuela y descubrió que estaba abierta.   Nunca notó que siempre lo había estado.  Miró de nuevo hacia atrás. Es segura... Demasiado.

Con el corazón en la garganta y de un salto, salió de su jaula y se acercó a la ventana.  Seguía escuchando el canto jubiloso.  Tomó aire y comezó a cantar. Nunca se había sentido tan dichoso.
Asustados, aquellos que le alababan se acercaron al escuchar ese canto tan distinto, tan chocante. "¿Han visto en lo que se ha transformado?"  Se decían.  "Era un canto tan hermoso y tan apropiado, y mírenle ahora, ¡tan ordinario y vulgar! Como si fuese un ave tan distinta".

Le abrieron la ventana para echarle de sus vidas al resultarles tan aberrante.  Nunca supieron que le obsequiaron la libertad de ser, de dar lo que siempre tuvo escondido con tal de tenerles complacidos. Nunca se dieron cuenta de que por fin se había permitido ser y de esta manera conocer la plenitud de su interior.

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